Menos votantes y más ciudadanos

La gente tiene más ganas de participar que de votar. O dicho de otra forma: gran parte de la ciudadanía ya no cree que el voto sea la quintaesencia de la participación política. Un estudio, The Populist Signal, realizado por el think-tank Policy Network, un grupo de reflexión de centro izquierda, revela que el apetito por participar en la política no ha disminuido, sino todo lo contrario.

El estudio se centra en el Reino Unido y tiene referencias a otras naciones europeas, pero ofrece detalles que podrían valer para cualquier sociedad democrática actual. Basado en una encuesta de Ipsos MORI el informe encontró que apenas un  21% de la población siente que es escuchada por los políticos y que un 31%  cree que su voz es tenida en cuenta por los políticos de su ciudad.

Al mismo tiempo, aproximadamente la mitad de la población afirma que desearía participar en asambleas y reuniones ciudadanas para ofrecer sus propuestas para un mejor gobierno.

Política copiada

A pesar de los altos costes que tiene la propaganda política no siempre hay garantía de que su ingenio sea original.

En lo que lleva recorrido este año tan electoral para Argentina nos encontramos con, al menos, 5 campañas que han sido copiadas sin pudor, ni de sus publicistas ni de sus candidatos.

1. El más reciente ha sido el spot del candidato a Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mariano Recalde, del Frente para la victoria que copia el concepto y la manufactura del spot de Darius Foster un candidato conservador en el Estado de Alabama. «Quiero que me conozcas»  es el sport en el que Mariano Recalde del Frente para la Victoria y calcado de «In a box» – Darius Foster, Partido Repúblicano (USA).
2. Martín Lousteau, candidato por Energía Ciudadana Organizada, lanzó un spot llamado Biciudad bastante parecido a al spot «Bicicleta» del presidente ecuatoriano Rafael Correa .

3. El senador Juan Carlos Romero, candidato a gobernador de Salta, plagió un spot de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet (miralo acá). En un video que dura menos de un minuto (este), Romero imitó absolutamente todos los gestos y la escenografía del spot de Bachelet, que fue nominado como mejor spot electoral por «Reed Latino 2014», conocido como el “Oscar de la consultoría política”.

4. La semana pasada,  el intendente de Córdoba, Ramón Mestre acusó a a Gerónimo Vargas Aignasse de copiar tal cual un spot de 2011.

5. Otro caso de plago: Mestre, candidato a intendente de Córdoba, denunció que su spot fue copiado por Gerónimo Vargas Aignasse, candidato del massismo para la elección de intendente de San Miguel de Tucumán.

GANAR CON GANAS: 9 CLAVES DE LA CAMPAÑA DE MANUELA CARMENA EN MADRID

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Manuela Carmena,próxima intendenta de Madrid, logró abrazar un amplísimo grupo de electores que se movilizó como pocas veces para hacer una campaña viva, orgánica, llena de «unidades autónomas» quye aumentaban la proyección.

Algunas claves tienen que ver con un diseño sensible e inteligente de la campaña. Otras claves pertenecen en realidad al humor social de la ciudad, con ganas de cambiar

1. Esto no es un partido sino la suma de espacios diversos. El formato «confluencia» pasará a la historia como una de las primeras formas postpartido. Se juntan movimientos, redes, restos de partidos, asociaciones. Un frente. Heterogéneo y variado.

2. Mucho trabajo para hacer un programa participativo. El programa de Ahora Madrid ha sido cocinado en red de forma colaborativa. Reuniones, encuentros, debates, redes sociales que sirven para canalizar propuestas.

3. Autofinanciación. Ahora Madrid renunció a financiarse con préstamos bancarios. Pusieron en marcha una campaña de microcréditos y donaciones de particulares que funcionó con el hashtag #FinanciaMadrid

4. Del boca a boca al peer-to-peer. Con poco dinero sólo queda un recurso: do it your self. Y para eso se necesitan ganas, muchas ganas. Estimular a los equipos es estratégico, imprescindible.

5. Autorganización. La autorganización de diferentes colectivos, redes, movimientos ciudadanos o flujos espontáneos ha sido la tónica en la recta final de la campaña.

6. Candidata apropiable. «Atrévete a ser Manuela». «Be Manuela», «be a hero», «#SomosManuela». Las redes y las diferentes capas de las campañas han transformado a la candidata Manuela Carmena en algo apropiable por la población. Es una especie de identificación: Yo soy la candidata y la candidata soy yo

El vídeo Alcaldes Vosotros, en la que ciudadanos se ponían máscaras de Manuela Carmena, también apuntaba a la identidad colectiva. 

7. Transmedia. Desde Twitter se incentivaba participar en rincones de Facebook; de Facebook se buscaba transversalidad a todas las plataformas; desde WhatsApp o Instagram se han viralizado contenidos en grupos, desde YouTube se ha saltado a la televisión. Lo importante es la presencia multicanal.

8. Territorios. Pensar que una viralización en las redes digitales es suficiente para ganar una campaña es un espejismo.

9. Ruptura simbólica. La irrupción de la creatividad en la campaña ciudadana en apoyo a Ahora Madrid ha activado algo clave en cualquier campaña: la emocionalidad.

Cuando la bicicleta es comunicación política

El Equipo Nacional de Ciclismo de Mujeres en Afganistán tiene 10 integrantes. Casi todas entre los 17 y los 22 años y ninguna ha participado en una competición importante. Están decididas a participar en los Juegos Olímpicos de 2020. Cada día se levantan temprano, se visten para competir y salen a recorrer kilómetros y kilómetros por los alrededores de Kabul.

Hasta ahí, el sueño de unas chicas.

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Pero en la calle no encuentran aliento. A su paso por calles y senderos, haciendo una curva o subiendo una cuesta, vuelan insultos, risotadas y piedras. La bici no es cosa de mujeres en Afganistán. Los hombre se burlan de ellas y reciben violentas amenazas. Pero siguen pedaleando. Una vez y otra vez. Decididas.

Y ahí empieza la parte en la que montarse en bicicleta es un acto de subversión, provocativo y atrevido, directo al cerebro y el corazón del violento. Un gesto de rebeldía ante un mandamiento irrisorio:

No pedalearás una bicicleta. No disfrutarás. No serás libre. No pensarás.

Mirá la película La Bicicleta Verde. Pura comunicación política con un mensaje potente: con mi bici puedo cambiar mi mundo.

Sí, es sobre la libertad de la mujer en el Islam.

Sí, es sobre lo opresiva que puede llegar a ser la religión.

Pero sobre todo es sobre lo pequeño luchando contra lo grande. Lo pequeño comunicando con el gesto potente y disparando al gran discurso, a la mirada que impera. David contra Goliat, como siempre. Es la rebeldía más pura. Y no la necesita sólo el mundo musulmán. 

 

 

Alfajores y plomo: incomunicaciones en las tragedias urbanas

La policía perseguía a unos delincuentes por la calle.

Es uno de esos barrios complicados del conurbano de Buenos Aires. Un lugar llamado Gervasio Pavón.

Los vecinos están tan hartos de la inseguridad que incurren ellos mismos en conatos de delito, como cuando hace una semana, según dicen, intentaron linchar al jefe comunal por el avance del delito en el distrito.

La persecución derivó en tiroteo. Alguien comenzó a disparar y todos siguieron disparando. Para eso están las armas y hay unos 4 millones sueltos por ahí en Argentina, sin contar las armas legales.

Podría haber sido una de tantas persecuciones en uno de tantos lugares donde la vida es muy peligrosa, si no fuera porque sucedió delante de una escuela y una de las balas, a la que llamaron “perdida”,  no paró su trayectoria de 300 metros por segundo hasta meterse en el medio del corazón de Sabrina. Sabrina hasta ayer tenía la misma edad del siglo, 15 años. 

Los tiroteos frente a las escuelas no son infrecuentes en Argentina. Hace dos años hubo uno enfrentamiento frente a una conocida escuela porteña en el barrio de Belgrano. Hace unos meses, un tiroteo en una Escuela de Santa Fé reveló que las balaceras delante de escuelas eran más frecuentes de lo imaginado. Apenas hace una semana, una escuela de Río Negro tuvo que cerrar por los habituales encuentros a plomo delante de la puerta, mientras los pibes se comen un alfajor en el recreo. 

Podríamos asumir que todo esto forma parte del “clima de inseguridad”, del “avance del narcotráfico” como suele repetirse en los debates mediáticos o que es, sencilla y trágicamente, una “muerte inexplicable“,  como afirmó en las primeras declaraciones el abogado de la escuela.

Pero una chica de 15 años acaba de morir. Y alguien debería comunicar lo que sucedió.

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En cambio solemos encontrar tres inexorables actos de incomunicación.

Y sin comunicación, no hay ni la sensación de certidumbres.

  1. a) Una explicación demasiado precaria. ¿Puede la policía disparar en cualquier situación y en cualquier escenario? En cualquier conflicto se empieza por determinar las normas bajo las que se produce la pelea. Es llamativo que ni el gobierno de la provincia y ni la autoridad policial expliquen bajo que normas actúa la policía. Mientras se reproducen con frecuencia las escenas en las que la policía no interviene ante un delito o no atiende las llamadas de ciudadanos aterrorizados, ¿cómo se explica tanto celo profesional con plomo incluido justo delante de una escuela?
  2. b) Mensajes en clave… de lejanía. Es cierto que hay muchos tiroteos pero no en todos muere una chica de 15 años. Quizás, sólo por generar cierta empatía, el tono de las declaraciones oficiales podría mostrar algo más de sensibilidad que esto:

    “El proyectil de alguna de las armas que participaron en ese intercambio es el que, de alguna manera que se va a determinar con las pericias, traspone el paredón e impacta en el cuerpo de la víctima que se encontraba en el patio de la escuela».

  3. c) Incapacidad para transmitir certidumbres. Es impactante que los voceros del poder no logren comprender la dinámica de las emociones en una alarma social. El objetivo no es solucionar los problemas inmediatamente, sino mostrar a todos que alguien está a cargo. Cuando los ciudadanos protestan por la inseguridad y dicen “No más robos” saben perfectamente que seguirá habiendo robos. Esperan una respuesta de orientación, no de solución. Comunicar certidumbres es mostrar un plan, es mostrar pericia, es cumplir lo que se promete, por poco que sea.

El corazón baleado de Sabrina, una chica de 15 años, hija de la crisis de 2001, tan recurrida por la política para fabular una reconstrucción inexistente, merecería mejor comunicación por parte del poder.  

¿Con quién conversan los políticos argentinos en twitter?

Quizás la pregunta debería ser si realmente conversan con alguien porque los principales dirigentes políticos en Argentina, y seguramente, en cualquier parte del mundo, hablan más de lo que escuchan. En general. Y también en las redes sociales.

Con 4,7 millones de usuarios y 14 millones diarios de tuits Argentina es uno de los países con más uso de esta red.

Los políticos no podían ser ajenos y no hay candidato a presidente que no tenga una cuenta de twitter con varios miles de seguidores. Pero, ¿a cuánta gente siguen ellos?

O dicho de otra forma, los políticos en twitter, ¿hablan o conversan?

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Cristina Fernández tiene 3.110.000 seguidores en twitter pero ella sigue apenas a 75 personas.

Julio Cobos, con muchos menos seguidores, apenas unos 82.000, no estima de interés seguir más que a 59.

A Lilita Carrió la siguen 70.300 usuarios pero ella sigue a 123.

¿Es que nuestros candidatos no encuentran suficientes usuarios interesantes a los que seguir?

Más bien, el uso de las redes refleja la clásica comunicación política: yo me coloco en un atril e imparto doctrina. De emisor a receptor. Y ya.

La gran mayoría de líderes políticos desconocen ese viejo refrán…”si hablas mucho te quedarás sordo”.

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La proporción entre tus seguidores y las personas a las que sigues es una de las muchas formas de ver la conversación en twitter. Mejor dicho, de ver si realmente hay una conversación. ¿Retuitean los políticos mensajes o asuntos de interés de otros usuarios?, ¿contestan a las preguntas o comentarios de otros usuarios?

No suele pasar.

Es verdad que seguir a miles de personas es un riesgo para un político: puede recibir una cantidad ingente de mensajes directos que quizás no pueda gestionar.

Pero si miramos algunos de los políticos más genuinos en el uso de twitter esa complicación no parece ser importante.

Pensemos en políticos que hicieron de las redes sociales herramientas eficaces para ganar elecciones o llevar adelante su posicionamiento como Barack Obama. Tiene 45.000.000 de seguidores y sigue a 650.000 personas.

Antanas Mockus, ex Alcalde de Bogotá y ex candidato a Presidente y uno de los políticos más eficaces en el manejo de sus redes sociales: tiene 200.000 seguidores y sigue a 10.000.  O el nuevo Secretario General de los socialistas españoles, Pedro Sánchez con 47.000 seguidores y siguiendo él mismo a 5700 usuarios. O el poco conocido pero eficacísimo conversador en twitter José Antonio Rodríguez, Alcalde de Jun, en Granada (España) con 267.000 seguidores y él siguiendo a 144.000.

 

Si uno observa además la secuencia de los primeros 20 tuits de cualquiera de los principales dirigentes argentinos observará que en general no retuitean a otros, salvo Julio Cobos, Mauricio Macri o Pino Solanas.

Comunicar es distinto a hablar.

Implica escuchar activamente, comprender  los mensajes del otro, trasladarle empatía. Las redes permiten eso, al menos técnicamente. Los demás es cuestión de talante.

Estas son algunas muestras del talante de nuestros dirigentes en la red social:

 

  1. Cristina Fernández y Julio Cobos son los líderes que más tuitean (ver gráfico)
  2. Cristina Fernández y Julio Cobos son los líderes que menos siguen a otros usuarios
  3. Daniel Scioli es el único político con muchos seguidores y que sigue a muchos usuarios
  4. Salvo Daniel Scioli y Sergio Massa, ningún político supera el ratio de Barack Obama entre seguidores/seguidos
  5. Los líderes políticos charlan muy poco o casi nada con los usuarios
  6. Sus mensajes llevan “efecto tribuna”: hablar desde las alturas.Emiten, no charlan.

 

Extranjeros y seguridad en Argentina: 3 claves del discurso populista para que la culpa sea de otro

En el Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires cuentan que hace medio siglo los buques llegados de Europa amarraban cerca de la entrada. Dicen que solía haber una pasarela cubierta desde el muelle hasta el edificio para evitar que los miles de inmigrantes que descendían se mojaran si llovía. Una delicadeza que hoy no se permite ninguna aduana del mundo.

Una vez habían entrado al Hotel, los inmigrantes más viejos recuerdan una coreografía celestial de bandejas con fiambres, quesos, carnes, abundantes hogazas de pan. En el imaginario colectivo argentino de hace 60 años la palabra “inmigrante” sonaba tan bien como “progreso” o “futuro”.

Pero hoy el Hotel de Inmigrantes es un museo. Quizás no sólo el hotel sea un museo. También ese idealizado amor del argentino por el extranjero parece haber pasado a la historia. Aunque, para ser sinceros, en Argentina siempre hubo cierto recelo por el de afuera, sobre todo si era negro. Al primer presidente argentino, Bernardino Rivadavia, lo llamaban sus opositores Doctor Chocolate por su origen africano. Y en fecha tan reciente como 1996 Carlos Menem afirmaba sin pudor:

«En Argentina no existen los negros; ese problema lo tiene Brasil».

Los chistes sobre gallegos, judíos e italianos forman un catálogo de humor xenófobo que no resistiría el INADI (organismo que se ocupa de vigilar el respeto a la diversidad étnica en Argentina).

En el manual del perfecto populista no puede faltar el capítulo “La culpa es del otro”.

Cuando un problema no se sabe resolver, lo mejor es encontrar un culpable. Es una máxima que ningún integrante de un gobierno propagandista puede olvidar.

Por eso, cuando arrecian tormentosos problemas sociales (inseguridad, desempleo) aparece en el horizonte una luz de esperanza para cualquier político con pocos escrúpulos: encontrar una cabeza de turco, o de cualquier inmigrante, con la que arengar a los más descontentos.

¿Hay inseguridad? Los colombianos vienen a robar. ¿Hay desempleo? Los bolivianos vienen a trabajar. ¿Hay listas de espera en los hospitales? Los peruanos siempre están enfermos.  

Con darse un paseo por el conurbano, escuchar un par de programas de radio o simplemente observar el patrullero que pasa por la esquina de mi casa uno se da cuenta que esto de la seguridad es un asunto bien complicado en Argentina. Y mal se puede explicar por la presencia de extranjeros.  

En la larga lista de males de la seguridad en Argentina como chalecos antibalas que no funcionan, patrulleros que se quedan sin combustible en plena persecución, comisarías asaltadas o que deben cerrar por la inseguridad, cuerpos policiales corrompidos, participación de agentes en asaltos profesionales y eficaces, complicidad política y policial con el narcotráfico, espionaje interno…la amenaza de rateros chilenos o traficantes de marihuana paraguaya parece parte del problema pero no una gran explicación.  

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 1ª Clave: El populista debe asociar ideas y palabras. No hace falta que argumente

Las declaraciones del secretario de Seguridad argentino, Sergio Berni, sobre los extranjeros que vienen a Argentina a delinquir, coloca el foco en “el extranjero” de modo genérico.

«Ustedes fíjense, estos son cinco delincuentes de nacionalidad chilena. Hoy a la mañana detuvimos a cinco delincuentes de nacionalidad colombiana, siempre con la misma modalidad, robo o hurto».

2ª Clave: El populista debe llevar el argumento al extremo

«¿En qué momento un delincuente que roba une estéreo o una bicicleta se convierte en asesino?

En estos momentos» dice Berni

“Quiero pedir a la presidenta que trabajemos juntos en esto, que dejemos de lado las mezquindades, frente a una inmigración descontrolada y el avance de la delincuencia y el narcotráfico ”, dijo el jefe de Gobierno de Buenos Aires Mauricio Macri, hace unos años durante un grave conflicto habitacional en la ciudad.

3ª Clave: El populista debe simplificar.

«Durante este fin de semana hemos detenido a más de 60 delincuentes extranjeros que vienen a la Argentina únicamente a delinquir», dice Berni

«Lo ha dicho desde el sentido común porque si un extranjero viene acá a cometer un delito, evidentemente no viene con la vocación de inmigrante de colaborar y hacer grande la Provincia y la Argentina», añadió Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires.

La asociación que hace el gobierno nacional por boca de Berni entre inmigración y delincuencia entraría dentro de la lógica contemporánea de las sociedades que reciben inmigración, si no fuera porque el número de inmigrantes es bastante pequeño (ronda el 5%) y el nivel de inseguridad y violencia es desde hace tiempo un asunto vinculado a corrupción policial, fuerzas de seguridad insuficientemente depuradas tras la dictadura y una ramificación creciente del crimen organizado.

Un dato: los extranjeros en las cárceles argentinas.

Si uno indaga entre las estadísticas disponibles, lo más frecuente es que en artículos o blogs se afirme que un 25% de los presos en Argentina es extranjero.

Altísima y desproporcionada tasa respecto al número de extranjeros en el país (alrededor de un 5% de la población total). Rascando en la información, vemos que el dato se refiere a las cárceles federales, en las que hay unos 7.500 reclusos de los que 1.500 son extranjeros.

Sin embargo, el número real y total de presos en las cárceles es otro muy distinto. Sólo en la Provincia de Buenos Aires hay unos 30.000 reclusos de los que unos 900 son extranjeros, menos de un 3%.

Como en tantas ocasiones, los datos sobre inmigración y delincuencia acompañan muy poco los discursos, crecientes, que con objetivos electorales pretenden colocar la inseguridad en el terreno del enemigo externo. Es un juego peligroso que intenta proyectarse sobre diferentes audiencias. 

No es descartable que la inmigración forme parte de la agenda electoral en los próximos meses en Argentina, sobre todo si se instala cada vez con más fuerza la preocupación por la seguridad y el desempleo. 

Es un recurso sencillo para el propagandista político. En el estudio Global Advisor realizado en 2011 por la consutora Ipsos Mora y Araujo se reflejaba que el 61% de los argentinos considera que hay demasiados extranjeros: que generan problemas en el transporte público, la demanda de los servicios de salud y educación y dificultan la búsqueda de trabajo a los nacidos y criados en la Argentina.  

 

 

 

Policía blanco mata a chico negro: 4 incomunicaciones entre el poder y los ciudadanos en Ferguson

Puede que Ferguson no te diga nada. Un diminuto punto de 20.000 personas en el corazón del medioeste norteamericano. Quizás tampoco te diga nada especial un nuevo tiroteo entre policía blanco y chico negro desarmado. Hay cientos cada semana en Estados Unidos. Esta es una historia frecuente. Cada semana mueren dos negros por disparos de un policía blanco.

Sin embargo, la combinación tóxica de racismo, violencia y desesperanza callejera, policía militarizada y un poder político que tartamudea en lugar de comunicar convierten esa ciudad/barrio al norte de San Luis en buen ejemplo de todo lo que no se debe hacer cuando enfrentamos una crisis social de convivencia.

A Ferguson, hoy bajo el toque de queda, está mirando perpleja la sociedad norteamericana. Hace una semana un chico de 18 años llamado Michael Brown murió bajo las balas de un policía que le dio el alto.

Brown estaba desarmado. La forma en la que el poder explicó lo sucedido fue un disparador de una violencia contenida por 40 años. Ferguson es hoy un escenario semi bélico, con tanquetas y divisiones recorriendo las calles, mostrando un poder agazapado tras las armas y que usa poco las palabras. Según el barrio, en Ferguson la policía es amiga o enemiga. 

Por eso esta historia nos deja algunas lecciones sobre como narra el poder sus conflictos, como comunica en una crisis social y como logra (o no) pacificar.

Sobre todo, Ferguson nos vuelve a recordar las pequeñas diferencias que nos enfrentan y las inmensas coincidencias que nos pueden unir… siempre que uno no renuncie a la palabra como camino para entenderse.

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1ª Lección: Negar la evidencia no es una opción en una crisis

Esto no es un problema racial

La frase del intendente James Knowles es pura incomunicación: tanta distancia entre la explicación que da el poder a los hechos y la realidad misma de lo que pasa sólo puede empeorar las cosas.

En Ferguson sí hay un problema racial. Cuando Brown nació los negros no eran mayoría. Siempre fue la típica ciudad blanca, protestante y obrera a la que fueron llegando en los últimos 40 años negros del sur buscando escuelas sin segregación, una vida en igualdad de condiciones. Los blancos anglos empezaron a irse a medida que los afroamericanos llegaban. Hoy las cosas en Ferguson son distintas a cuando nació Michael Brown. El 67% de la población es negra pero nunca hubo un intendente negro. Sólo 1 de los 6 concejales que gobiernan es negro y apenas 3 de los 53 policías locales son negros. En el año 2000 los blancos dejaron de ser mayoría en Ferguson (45%). En 2010 los blancos eran apenas un tercio.

El intendente prefirió explicar el suceso en términos más digeribles: las historias de altercados entre policías y jóvenes no son sólo un asunto de Ferguson. 

“La historia pasada y presente de Ferguson es que la policía no sabe cómo abordar las necesidades de la comunidad negra”, dice Jeffrey McCune, experto de la Universidad en conflictos raciales.

Según un informe del fiscal general de Missouri, el 86% de conductores parado en Ferguson en 2013 era negro. Son cifras que se repiten en otros suburbios afroamericanos de San Luis y de EE UU.

Es cierto que reconocer el problema racial corre el riesgo de ser un combustible poderoso para el enfrentamiento. Pero ignorar las evidencias no es una buena opción. Enoja a los ciudadanos, violenta la inteligencia. Un ejemplo en Argentina sería la afirmación del gobierno sobre la “sensación de inseguridad”

2ª Lección. Explicar mal es incluso peor que negar la evidencia

La policía local hizo una autopsia a Brown el domingo pasado, al día siguiente del tiroteo. El martes anunció los resultados en los que certificaba que murió por disparos en pleno día en una calle residencial, pero no especificó cuántos disparos recibió y anunció que el diagnóstico final tardaría cuatro semanas.

Tan poco detalle indignó a la familia Brown. Argumentando “circunstancias extraordinarias”, el Departamento de Justicia de EE UU anunció ayer domingo que efectuará una autopsia al cuerpo de Michael Brown. La decisión mostró hasta que punto el Gobierno federal está incómodo por el modo en que las autoridades de Ferguson están gestionando el caso.

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La rueda de prensa de la policía local fue como tirar un fósforo a una lata de combustible. Tras comunicar que el agente (cuyo nombre tardó cuatro días en ser conocido) no tenía información de Brown y sólo le dio el alto, la policía dijo posteriormente que el chico había estado implicado en un robo en una estación de servicio cercana.

Tienes que escuchar los problemas de la gente, no tratarla como criminal, sostiene un agente de la policía local

La policía prometió dar el nombre del agente, pero a las pocas horas volvió atrás en su decisión. Un buen ejemplo de asimetría comunicativa: mientras se conoce el nombre de todos los implicados detenidos en los disturbios, el nombre del agente seguía siendo secreto.

3ª Lección. Renunciar a la palabra implica apostar por la violencia, en cualquier forma

Cada semana muere algún muchacho negro a manos de una policía cada vez más militarizada y agresiva. En el informe War comes home (La guerra entra en casa. La excesiva militarización de la policía en EEUU, realizado por la American Civil Liberties Union se cuenta por ejemplo como los cuerpos policiales locales adquieren más equipamiento  y armas estimulados por planes estatales. Hay unos 15.000 items diferentes desde armas a tanquetas que usan distintas fuerzas policiales.

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En Canfield, la calle con casas de chapa y edificios bajos de ladrillo en la que fue baleado Brwon, todos tienen historias de excesos policiales.  

La policía “no es amigable”. “Si hubiese más policías negros no nos pararían ni arrestarían tanto porque son personas que han estado en nuestros zapatos”, cuentan en el barrio.

Tras varias jornadas violentas, el gobierno del Estado envió a su policía. Cambió a la bastante odiada policía local por la policía del condado, más amable. Como primera medida, bajaron de las tanquetas y los coches, se quitaron las armaduras y caminaron por las calles. El efecto fue inmediato: vino calma, hubo diálogo, policías y vecinos hablaban de lo sucedido. Se miraban a la cara. 

La excesiva militarización de la policía, en Estados Unidos y en muchos otros países, debería preocuparnos mucho. Desde 2006, el Pentágono distribuyó 432 vehículos blindados anti minas para las policías locales. Más de 400 vehículos tanquetas, 500 aviones y 93.000 ametralladoras Browing M2 de las que se emplean en Irak para combatir a los yihadistas. Trajes antibalas, uso excesivo de los cuerpos antidisturbios, estética amenazante, mínimo contacto visual son herramientas cada vez más habituales en fuerzas policiales. Los mecanismos de diálogo (típicos en las operaciones de secuestro) son cada vez menos empleados.

La palabra parece no ser una opción en las intervenciones de los cuerpos especiales. El informe War comes Home refiere el caso de un muchacho deficiente que fue tiroteado por los SWAT por acampar furtivamente a las afueras del Alburquerque. 18 policías intervinieron en el operativo.

4ª Lección. En una crisis, no todos quieren paz. Hay que saber quién juega en contra de la convivencia y por qué.

Los disturbios en Ferguson implicaron pillaje, robos, destrozos… El aprovechamiento de la confusión por parte de vecinos que se «victimizan» forma parte de la dinámica de una crisis. El río revuelto es un terreno cómodo para sus actitudes. Distinguir protesta genuina de aprovechamiento del lío es una de las exigencias del poder para conducir una crisis.

Para la prensa, un caso de racismo y protestas es una llave segura a la polémica y el rating así que los medios son actores fundamentales a la hora de calmar la crisis. 

Y explicar mal, ser confuso o evasivo, ser incoherente facilitan mucho el trabajo de la polémica: cuanto peor expliques peor serás interpretado. 

El mismo poder político, que conversa con sus propios electores, puede jugar a favor del conflicto si piensa que con eso gana a corto plazo entre sus propios adeptos. 

3 claves para una foto política que deje huella (o simplemente sea eficaz)

Las fotos políticas que dejan huella distan mucho de ser esas fotos que vemos en las campañas electorales, con candidatos plastificados que expresan una felicidad incomprensible.

Un candidato puede gastarse varios miles de dólares en un buen book pero hay que reconocer que las mejores fotos suelen salir gratis.

¿Quién no recuerda la emoción vibrante de esta foto de Vladimir Ilich Ulianov Lenin?

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 La perfecta arenga, la quintaesencia del discurso apasionado, el orador de “método”

¿O la “V” de Churchill? Tan emparentada con su “Sangre, sudor y lágrimas” (en realidad, “Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” es lo que dijo) y tan distinto su espíritu sacrificado al mismo tiempo…

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¿Nos acordamos de Clinton tocando el saxo? El presidente distendido, el presidente que se divertía. Y mucho.

Fotos que capturan perfectamente el estilo de los años 90 12

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más cerca, acá mismo, está la fuerza de aquella foto: un militar obligado por su jefe civil a bajar el cuadro de otro militar, un dictador.

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En Uruguay la foto del candidato Pedro Lacalle Pou haciendo la bandera en plena calle puede que no tenga las connotaciones épicas de las anteriores fotos. De hecho podría resultar incluso una solemne tontería.

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Pero lo cierto es que es una foto que ha hecho su efecto en la campaña. Al menos, en llevar más atención hacia el candidato.

La foto, por más que anecdótica, muestra tres características que tiene que tener una foto política que deje huella

Genuina. Debe ser auténtica, salir de adentro del candidato. No puede ser forzada o fabricada o diseñada. Aunque sí puede ser pensada, prevista, imaginada. En el caso de Lacalle, la “bandera” que hace es un gesto frecuente en él, aunque no lo habían captado los fotógrafos aún. De hecho advirtió a la periodista que lo acompañaba en la calle:

Te regalo una foto

Simbólica. En esas fotos lo que pesa de verdad no es el color, ni la sombra, ni el enfoque: lo que pesa es el espíritu del momento. Esas fotos hacen referencia a la épica de un momento, a la lucha de opuestos: Churchill transfiriendo energía de victoria (cuando la opción era ganar o morir), Lenin mostrando la fuerza de un pueblo multitudinario (cuando la opción era revolución o reacción), Clinton como un presidente cercano … y Lacalle en Uruguay como un candidato 33 años más joven que su oponente Tabaré Vázquez. Pasado y futuro; más precisamente, líderes viejos vs líderes jóvenes. Un dato no mentor en un país cuyos ex presidentes y presidentes no bajan de los 75 años y sus ciudadanos tienen una media de 31.

Emocional. Por supuesto debe generar emociones: alegría, simpatía, autoestima, enojo…o curiosidad: lo que sea pero que toque una fibra.

 

3 lecciones de una crisis: Obama y los niños migrantes de la frontera

Hace 14 años un niño llamado Elián González llegaba a las costas de Florida desde Cuba. Era un balsero cuya madre había muerto en la travesía. Con la ropa aún mojada, Elián se convirtió en icono de una campaña impulsada por los cubanos de Miami. “Salvemos a Elián” quería lograr que el chico se quedara en EEUU, que era como meterle un gol a Fidel Castro.

Se decía que lo salvaron delfines. Iluminado por una luz celestial, la cara de Elián estaba en cada restaurante, cada cafetería, supermercado o santería de la calle 8 de Miami. La historia de los delfines hizo llorar a más de uno aunque seguramente pocos la creían. Pero en política, como pasa con la Biblia, la metáfora amplía la audiencia. Dios (los delfines) había ayudado a Elián a huir del comunismo.

Faltaban unos meses para las elecciones, Clinton se despedía del poder y Bush lo disputaba metro a metro. El caso de Elián se convirtió en un tema electoral. Los republicanos exhibían al chico como una cruzada que Estados Unidos debía ganar: «tenemos que ayudarlo a huir de Castro». El gobierno de Clinton, demócrata, era partidario de respetar la ley, que dice que el niño debe estar con su padre Juan Miguel González, en Cuba.

El uso electoral fue escandaloso. 2300 demócratas dejaron el partido porque estaban en contra de la posición de Clinton. Temían perder sus puestos en Florida si no se pronunciaban en favor de que Elián se quedase. Los republicanos hablaban de «milagro», de «señal divina», de «ayudar a los cubanos a ser libres». Nadie en Florida se olvidaba de pedir «Salvemos a Elián». Aunque eso vulnerara las leyes norteamericanas y varias convenciones sobre menores. Las elecciones estaban tan cerca y Florida era tan importante para ganar…

El periodista Richard Cohen en su columna del Washington Post escribía «Elián y Juan Miguel González, hijo y padre. El primero es un niño inocente.

El segundo un hombre al que le quitaron a su hijo. Elián se ha comportado como un típico niño de seis años, Juan Miguel como un típico padre. Y la mayoría de los políticos como típicos idiotas.»

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Algo parecido podría escribir hoy Cohen sobre los políticos que declaran en la crisis que enfrenta Obama por los 57.000 menores en la frontera con México.

Más de 57.000 menores entraron en Estados Unidos ilegalmente desde octubre. Solos, recorriendo distancias formidables desde San Pedro Sula en Honduras, montan sobre La Bestia, un tren que recorre México y los coloca en las fauces de los coyotes para atravesar el Valle de Río Grande en busca de su madre o su padre, generalmente un inmigrante irregular en Los Ángeles o en Tucson.

La crisis deja 3 lecciones interesantes para cualquiera que enfrente una crisis:

1) La gente sabe lo que quiere en una crisis: soluciones. Y como los políticos suelen querer rédito electoral, las encuestas condenan por igual al que gestiona mal la crisis como al que se aprovecha de ella descaradamente:

Una encuesta de The Washington Post-ABC News muestra  una desaprobación pública generalizada tanto para el presidente Obama como para los republicanos en el Congreso.

Si bien los americanos no aprueban la lentitud de Obama en reaccionar o su falta de claridad respecto a lo que se va a hacer con los niños, tampoco aprueban a los republicanos que acusan a Obama de inepto.

Una sola medida de Obama, una asignación de 3700 millones de dólares para las zonas de frontera, rechazada por los republicanos, es aprobada claramente por la gente. La gente se enoja con los que sólo meten palos en la rueda.

2) Sin previsión, cualquier crisis es peor. Cómo un servicio de inteligencia capaz de espiar las conversaciones de varios presidentes del mundo no puede tener previsiones sobre avanzadas en la frontera es un misterio. Lo cierto es que los republicanos —e incluso algunos demócratas- han acusado a Obama de no haberse percatado antes de la crisis que estaba por venir.

Una muestra de esto es su estrategia para convertir la reforma migratoria en su gran última medalla. Hasta ahora, la política de inmigración de Obama y los demócratas se vio como una propuesta positiva. Es más: un activo electoral que brinda el apoyo permanente de hispanos y otras colectividades. Una reforma migratoria impulsada por los demócratas los corona en gran parte del electorado. Y el bloqueo de los republicanos los puede hacer aún más antipáticos para la fuerte población hispana. Pero con la crisis actual en la frontera suroeste, las cosas cambiaron. Sus compañeros demócratas de los estados fronterizos ven en todo este lío un riesgo para sus ambiciones. Elegir la reforma migratoria como gran asunto del mandato sin tener completo control de los temas que afectan a la frontera es una lección útil para una crisis: el campo de juego que elijamos debe ser favorable porque lo conocemos, lo trabajamos, lo estudiamos, lo sentimos y lo controlamos.

3) Como se cuenta una crisis es como se soluciona una crisis. Los consultores están para que no se les haga mucho caso. Salvo a George Lakoff. Con su libro «No pienses en un elefante» recordó a los políticos su materia prima: la palabra. Y si usas las palabras de tu adversario es posible que tengas que debatir de lo que el quiere. Los republicanos lograron instalar esta crisis como un problema de «seguridad en la frontera», lo que es favorable para ellos: un conservador aparenta garantizar mano dura en la aduana. Los demócratas han tardado semanas en modificar una palabra por otra intentando reenfocar el debate: No son inmigrantes, son refugiados. Lo que permite darle solución legal y trata de cambiar la orientación del debate hacia los valores americanos de hospitalidad y oportunidad. Está por ver que el intento dé resultado. Pero es una buena apuesta.